El Faro se está apagando

-Décimo octavo comunicado-

Desde 1997, la narrativa política referente al Distrito Federal lo ha planteado como un “islote de las izquierdas" y “un faro de libertades, una excepción dentro de un país mayoritariamente conservador”. Esta narrativa tiene mucho de verdad ya que durante los últimos años se reconocieron y construyeron una serie de avances en la agenda de los derechos políticos y sociales de los capitalinos. Las izquierdas, con sus mayorías en la ALDF, lograron la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario, la universalización de los programas sociales y la construcción de nuevas modalidades de transporte público que impulsaron la movilidad incluyente, entre muchos otros avances. Sin embargo, hoy podemos decir con tristeza que esa tendencia parece empezar a agotarse.

¿Qué ha cambiado durante la administración de Miguel Ángel Mancera Espinosa que la hace diferente a las de Ebrard, Encinas, López Obrador, Robles y Cárdenas?

Por un lado, los Derechos Humanos se han convertido en el problema más urgente ante una serie de evidentes señales de retroceso. Si bien los gobiernos anteriores no estuvieron libres de fallas como lo ejemplifica el caso de la Supervía, en el actual gobierno podemos observar un patrón que en varios casos ha tendido a criminalizar la protesta y a los jóvenes mediante arrestos injustificados acompañados de procesos contrarios a derecho, tal y como ocurrió con el proceso de los detenidos en las protestas del 1º de diciembre del año pasado y los arrestos del 10 de junio de este año, así como con las detenciones arbitrarias registradas a ciclistas en el Centro Histórico. Celebramos que en el reciente caso de los plantones de maestros de la CNTE, haya resistido la tentación a utilizar la fuerza pública como primera reacción en un contexto por demás complicado y de alto riesgo para las personas.

De atención urgente fue el caso de los 12 jóvenes que desaparecieron el pasado 26 de mayo del Bar Heaven de la Zona Rosa (y cuyos cuerpos fueron encontrados recientemente). En particular, generó especial preocupación la tendencia inicial de esta administración hacia la criminalización de las víctimas en razón de su edad, sus vínculos familiares, su nivel socioeconómico o de las colonias y barrios de donde eran originarios. Ojalá los actuales avances en la investigación terminen por dar respuestas claras sobre la tragedia. De cualquier forma, en aquél momento, se le respondió más rápido a la hermana de una actriz (Laura Zapata) que a los familiares de las víctimas provenientes de un barrio popular (Tepito). Estos hechos, por lo demás, revelan una notoria incompetencia y un alto grado de indolencia de parte de la Procuraduría General de Justicia y la Secretaría de Seguridad Pública. En general, un gobierno que se presume de izquierda no debería pasar por encima de los Derechos Humanos, el debido proceso ni de la presunción de inocencia.

El segundo cambio, menos evidente pero también muy relevante, es la profundización de dos errores arrastrados desde el sexenio pasado en la agenda de movilidad, medio ambiente y obra pública. Por una parte, realizar acciones y obras que impulsan el imperio del automóvil y su hijastro, la motocicleta, por sobre la sustentabilidad ambiental, el espacio público y la generación de un transporte público equitativo. Por otra, la idea de que concesionar los bienes y servicios públicos es la solución, concesiones que se han dado además de forma opaca e innecesaria. Ejemplo de ello, es la construcción de la autopista urbana concesionada sobre la reserva natural de Xochimilco, el proyecto de prestación de servicios a 10 años para el mantenimiento de Circuito Interior con la construcción de cinco puentes vehiculares y la posible extensión del “Hoy no circula” a todos los automóviles, cuya eficacia está en duda sobre todo cuando no se ha restituido el cobro de la tenencia por completo. Todo ello mientras que la inversión en los servicios de transporte público propiedad del GDF (Metro, autobuses de RTP y trolebuses) o la construcción de infraestructura ciclista, ha sido sólo estética y se ha privilegiado el manejo de empresas privadas para soluciones de transporte como los parquímetros y centros de transferencia modal (los cuales son financieramente autosostenibles y no tendrían porqué ser concesionados).  

Estos errores han ido acompañados por varias precontingencias ambientales, y sazonados con el cierre de calles para un desfile de motocicletas Harley-Davidson y con el aumento del pasaje de transporte concesionado (microbuses y metrobús) sin que ello se haya traducido en mejoras evidentes en su servicio. Además de lo anterior, también habría que agregar la concesión de la iluminación del Paseo de la Reforma y la posible concesión de los Centros de Transferencia Modal (CETRAMs) para la construcción de centros comerciales que son la antítesis del espacio público.

Finalmente, uno de los cambios más notables de la presente administración con respecto a sus antecesores, es la notoria falta de una agenda política de izquierda que diferencie al DF del gobierno federal y que plantee políticas alternativas a los problemas del país. Durante los últimos 15 años, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México había jugado un rol pivotal para la oposición mexicana, ya sea en conferencias donde se impactaba en diversos temas de la agenda pública,  defendiendo ante la SCJN las reformas en materias de derechos que en el DF se realizaban o bien implementando políticas públicas innovadoras (como la pensión para adultos mayores). Hoy por hoy, sin embargo, fuera de la discusión sobre la legalización de la mariguana, tenemos una completa ausencia de acciones, de agenda, de posicionamientos y de rumbo político. El faro del progreso en la agenda de libertades ha sido sustituido por una gris burocracia que está dispuesta a sentarse en la mesa del Pacto por México sin asumir un compromiso político con la militancia de izquierda nacional.

En Democracia Deliberada creemos que el Distrito Federal, una entidad crucial gobernada por la izquierda, debe estar encabezada por un liderazgo democrático que abandere los derechos humanos y que tenga una agenda de políticas públicas que incluyan la movilidad comprometida con el medio ambiente e incluyente, la transparencia, los programas sociales universales, políticas progresivas y redistributivas, así como la profundización de la institución de mecanismos de justicia claros y apegados al debido proceso. También creemos que estamos a tiempo de que el gobierno de Miguel Ángel Mancera corrija el rumbo del gobierno del Distrito Federal, y que no permita que se apague este faro de las izquierdas. Exigimos que no haya ni un paso atrás en los logros de los gobiernos del PRD en la capital y que tampoco se repitan los errores cometidos por administraciones pasadas. Aquellos quienes amenacen con hacer retroceder la agenda de la izquierda en el Distrito Federal y con evitar que la ciudad continúe siendo el espacio donde la oposición de izquierda en México es valiente y propositiva, serán nuestros adversarios políticos.

Democracia Deliberada

Corriente política del PRD

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