¡No son tus medallas, es tu modelo deportivo!

Publicado en Animal Político.

Cada cuatro años es lo mismo, es la magia que nos traen los Juegos Olímpicos a los mexicanos, en nuestro “olímpico” intento de querer, por arte de magia, que aparezcan las medallas. Nos volvemos todos opinólogos: expertos en gestión deportiva, en box, en clavados y hay quienes incluso vuelcan sus más profundas frustraciones hacia los atletas y autoridades deportivas. Y así, desfilan ante nuestros oídos una letanía de sentimientos desesperados, de lo mal que estamos, como si no lo supiéramos.

No es para menos, en un país como este con tantas derrotas acumuladas en lo económico, lo social, la justicia, la necesidad de que una delegación atlética nos sacie de triunfo, es grande y anhelada. Pero, ¿debemos dirigir toda nuestra atención a conseguir una, dos o cinco medallas más? ¿Con eso nos sentiríamos más ganadores? En un país en el que los índices de obesidad en niños y adultos nos están rebasando, y que incluso podría llevarnos al colapso en nuestro sistema de salud y, lo que es más importante, en un país con un alto rezago educativo que no nos asegura la mejora socioeconómica de muchos, en donde no se incentiva el trabajo de los maestros, incluyendo a los de educación física, resulta paradójico seguir preguntándonos ¿por qué no ganamos más medallas?

Las actuales políticas deportivas no funcionan porque ni somos campeones en la salud, ni en la educación mediante el deporte y mucho menos en ganar medallas en las justas deportivas internacionales. En Democracia Deliberada consideramos que este fracaso se debe a nuestro infructuoso modelo deportivo nacional que carece de enfoque social.

Las naciones compiten contra modelos deportivos que se forjaron hace mucho tiempo, y son parte fundamental de la construcción social de países como Alemania, Estados Unidos y Cuba, que han apostado por políticas deportivas basadas en una masificación casi total. Han desarrollado intelectual, sensorial, y socialmente a sus ciudadanos, a través de la educación física, del deporte. Los talentos deportivos son así una consecuencia natural.

En cambio, en México hay problemas de fondo que han impedido el desarrollo deportivo en toda la sociedad. Si bien existe un marco legal que da sustento a las políticas públicas deportivas a través de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), los planes y programas se ejercen de manera inercial sexenio tras sexenio sin contar con una evaluación que permita dar luz hacia lo que se están haciendo mal o bien.

En Democracia Deliberada consideramos que el modelo deportivo nacional, no solo se debe evaluar, debe transformarse y considerar lo siguiente:

Primero, promoción del deporte masivo con un enfoque a salud pública y a la formación de comunidad

Más allá de ser potencia deportiva y ganar muchas medallas, el objetivo central debería ser procurar la salud y buenos hábitos de los mexicanos. Según la Organización Mundial de la Salud: un 33 % de los niños y el 70 % de los adultos sufren sobrepeso u obesidad en México. Es un problema mayor que debe atacarse seriamente con programas para cada rango de edad que sean: de fácil acceso, gratuitos y atractivos, es decir, que haya opciones para actividades de recreación, de esparcimiento y/o de actividad física para todos. Además, es fundamental que esté acompañado de una verdadera política alimentaria, no la teletonización de la política social que representa la Cruzada contra el Hambre.

 

Segundo, el deporte escolar como primer filtro

La educación física representa la asignatura más floja en los programas de estudio en México desde la primaria hasta la universidad, en donde en este último eslabón es prácticamente inexistente que cuenten con equipos representativos. Hoy en día, a los profesores deportivos no se les incentiva en la formación y búsqueda rigurosa de nuevos talentos deportivos.

Este primer filtro en todas las escuelas primarias del país es la clave para continuar cosechando atletas de alto rendimiento, y aún más, la fina vinculación del profesor con los entrenadores de iniciación deportiva, que actualmente está casi rota, es clave para la formación de deportistas en esta etapa germinal. En esta estrategia es fundamental el rescate de las Normales públicas para la educación física.

Tercero, replantear la participación del sector público y privado

Esta alianza debe plantearse en términos para fomentar el deporte de manera social y de complemento a los ingresos de los atletas, de intercambio de conocimiento científico aplicado a las ciencias del deporte y, quizá, en financiar parte de la infraestructura pública requerida.

Deberá dejarse claro los límites de participación de cada parte ya que por muchos años el sector privado ha aprovechado la debilidad del sector público en el apoyo de los atletas o la privatización de infraestructuras sin la suficiente transparencia y rendición de cuentas de esta simbiosis gobierno – empresas. El fútbol, es el ejemplo perfecto de cómo se puede llegar a privatizar el deporte sin ver retornos sociales favorables y con resultados deportivos mediocres. Ante ello, creemos que debe transparentarse toda la información con respecto a estas alianzas.

No obstante, para nosotros es más que evidente que el rol protagónico y de responsabilidad sobre el deporte en el país es del Estado. El caso del apoyo de las Fuerzas Armadas a los deportistas de alto rendimiento es un claro ejemplo del éxito de la intervención estatal en el deporte, tanto profesional como amateur. Otorgar a los deportistas de alto rendimiento estabilidad laboral, seguridad social, jubilación y otras prestaciones, como créditos hipotecarios, dándoles certidumbre para un retiro digno.

Por eso, no sólo es hacer un sistema de seguridad social para los deportistas, es regresar a la seguridad social como mecanismo de apoyo al deporte en el país. El Instituto Mexicano del Seguro Social fue una de las cabezas más importantes en la construcción de infraestructura deportiva y de apoyo a los mexicanos. Un sistema de seguridad social universal podría robustecer el esfuerzo deportivo del país al hacer accesible tanto la atención médica como la infraestructura deportiva.

Igualmente, las Universidades Públicas Estatales deberían tomar un rol más activo de apoyo a los deportistas del país, en especial proveyéndoles de infraestructura, financiamiento y de soporte para desarrollar sus carreras profesionales. El deporte debería ser un mecanismo de movilidad social para muchos mexicanos que tienen talento físico.

Cuarto, la reconfiguración de los roles entre la CONADE, el Comité Olímpico Mexicano (COM) y las Federaciones deportivas

Este es el hilo corrupto por excelencia en el deporte mexicano. Por un lado, la perversa influencia por años de la familia Vázquez Raña en el COM. Por otro lado, las Federaciones deportivas, las cuales, escudándose en su autonomía, se niegan a rendir cuentas.

Los organismos deportivos de nuestro país están capturados por algunos personajes que se perpetúan por años, que no transparentan el uso del dinero que la CONADE les provee anualmente para cumplir con sus programas de trabajo, y que no rinden cuentas sobre sus resultados.

Los apoyos que las Federaciones otorgan a sus afiliados son básicamente para acudir a campamentos de entrenamiento, competencias y otras necesidades para los atletas. El COM y las Federaciones no pueden ser fiscalizadas por los órganos auditores de la Federación por tratarse de Asociaciones Civiles; sin embargo, en las auditorías que se realizan internamente a la CONADE, año tras año se detectan graves inconsistencias en la presentación de los comprobantes de gastos por parte de estas instancias y es aquí en donde radica el juego perverso entre estas instancias.

Finalmente, la CONADE misma, como cualquier otra institución del gobierno, tiene una evidente falta de capacidades y es ejemplo claro mal uso de los recursos públicos. Éstas van desde el nombramiento de dirigentes sin méritos, la asignación de contratos opacos, hasta las pobres capacidades institucionales y gerenciales. Esta situación que persiste en la CONADE no debe seguir así. Por ello debe resurgir como el órgano rector que ponga reglas claras para reorientar los recursos que provee, tanto al COM como a las Federaciones.

Especial mención nos merece Alfredo Castillo. Más allá de la demanda de remoción del titular de la CONADE, su ratificación es ejemplo claro del desdén de más de una administración por el deporte. Es urgente que haya directivos del deporte mexicano competentes y preparados, no más amiguismos y entrega del deporte como cuota política.

Quinto, replicar lo que se ha hecho bien

No todo está mal en el deporte mexicano, de hecho, hemos sido exitosos en ciertas disciplinas deportivas, como lo fue en su momento el Atletismo, y hoy en el Tae Kwon Do, en Clavados y el Tiro con Arco. Pero todos esos son esfuerzos aislados. ¿qué los hace exitosos?, ¿cómo se construye una tradición deportiva sólida con una federación responsable y ordenada? Ante estas preguntas es necesario un debate público que nos permita identificar las buenas prácticas y los espacios amplios de mejora.

No obstante, aunque no hay fórmulas mágicas para ser una potencia deportiva, desde nuestra perspectiva, el modelo que surja de dicha discusión debe integrar los factores económicos y sociales que permitan desarrollar políticas deportivas exitosas por medio de una necesaria integración del deporte a la cotidianidad de nuestra sociedad. Para que nuestro nuevo modelo deportivo tenga tan buenos resultados, como el de otros países, necesitamos una sólida política pública con un fuerte contenido social.

Por ello, en Democracia Deliberada sostenemos que un modelo deportivo mexicano debe enfocarse primero en la salud, educación y excelencia con fines sociales. La creación de un modelo deportivo en el cual se inculquen los valores del esfuerzo, de la disciplina, del compromiso, de la constancia para que se conviertan en la base de las capacidades institucionales de la política deportiva, sería una verdadera victoria para México. Además, de tener una estructura institucional y de política del deporte que permita a los atletas de alto rendimiento formarse, competir y retirarse en condiciones dignas.

En consecuencia, declaramos que aquellos que utilicen a los organismos deportivos como negocios privados, como agencias de viajes y plataformas políticas, que descuiden el apoyo presupuestal al deporte y que defiendan alianzas con el sector privado que no sean transparentes, que se apropien de la infraestructura pública para su beneficio personal, que no prioricen al deporte como estrategia de política social, educativa y de salud, serán nuestros adversarios políticos.

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