Hoy, al igual que en 1988 y en 2006, las izquierdas mexicanas tienen la posibilidad real de triunfar en la elección presidencial de 2018. Al igual que en esos momentos, los resultados desastrosos de los recientes gobiernos de derecha en México abren una oportunidad extraordinaria para que otra opción de corte igualitario pueda llegar al poder. Sin embargo, al igual que en esas dos coyunturas, nuevamente las fuerzas organizadas de las izquierdas, partidistas y sociales, deben resolver un dilema: conformar un frente unitario o fragmentarse ante el silencio calculado que se impone en campaña para evitar que los candidatos se pronuncien sobre temas sustantivos.
Claramente este dilema se configura alrededor de la opción electoral de Andrés Manuel López Obrador como candidato de Morena, y no es para menos. Aunque Morena y su candidato tengan mayores posibilidades de triunfo electoral en 2018, son preocupantes sus omisiones o falta de énfasis en varios temas que son relevantes para diversas fuerzas organizadas de la izquierda: impuestos progresivos, medio ambiente, reclamos de las víctimas de la violencia, regulación de las drogas, seguridad pública, feminicidios y otras violencias contra las mujeres, interrupción legal del embarazo, matrimonio igualitario, y apertura a la sociedad civil organizada. Estas omisiones han sido parte del origen de la fragmentación de las izquierdas.
Estamos conscientes que defender estas agendas, desde ciertos discursos que pueden ser chocantes o lejanos para cierta parte de la población, puede ser problemático para una candidatura que busca ampliar su base electoral desde la agenda de corrupción y gasto social redistributivo. Por ello creemos que el acercamiento de López Obrador hacia sectores más conservadores debería también implicar el inicio de un diálogo con sectores de izquierdas que hasta ahora ha ignorado, con el fin de formar la amplia coalición social que él ha propuesto constantemente. Aún más, creemos que es tiempo que Morena reconozca la diversidad de las izquierdas y que sus militantes adopten una posición comprensiva en lugar de confrontación, más aún cuando los rivales políticos de todas las izquierdas son el PAN y el PRI. Si Morena quiere ganar la presidencia con un frente unitario, debe establecer relaciones de colaboración y no de subordinación con otras organizaciones de izquierdas que hay en el escenario político.
Sin embargo, aunque hay un problema de falta de apertura en Morena hacia agendas y causas promovidas por organizaciones como Por México Hoy, Ahora Sí, el Congreso Nacional Indígena, el PRD, el PT y Movimiento Ciudadano, creemos que estas mismas organizaciones también deben reflexionar sobre las posibles consecuencias de que el PRI o el PAN ganen la elección del 2018. Es decir, la posibilidad y responsabilidad de crear un frente unitario de izquierdas también pasa por estas organizaciones, no sólo es una responsabilidad exclusiva de Morena y López Obrador.
En las posturas de estas organizaciones hay reclamos justos, pero al igual que como se ha hecho desde de Morena, hay caricaturizaciones injustificadas que sólo amplían la brecha entre organizaciones y liderazgos de izquierdas. Por ejemplo, no creemos que todos los partidos políticos sean iguales, en especial Morena. Tampoco creemos, dadas las trayectorias políticas comparadas de los posibles candidatos de los partidos, que López Obrador sea más propenso a construir un gobierno más indeseable que Margarita Zavala o que Miguel Ángel Osorio Chong. Hacer estas equiparaciones no ayuda en nada en fortalecer las posiciones comunes de la diversidad de actores en las izquierdas. Igualmente consideramos que es un error que el PRD sancione a militantes de su partido por apoyar la postulación en coalición de López Obrador, pero no tenga inconveniente en permitir que dirigentes negocien alianzas con el PAN o anuncien tempranos apoyos a aspirantes panistas.
Sin embargo, aunque López Obrador lidera las encuestas, hay un escenario, poco probable, de que no siga en esa posición. En ese caso, si hay un proceso de construcción de la unidad, las izquierdas organizadas, aquí enunciadas y muchas más que puedan unirse, podrían elegir al candidato mejor posicionado antes del proceso electoral o, en un escenario que haya diversas candidaturas de izquierda, estas declinen por el candidato mejor posicionado en las encuestas. Sabemos que este proceso requiere de un diálogo abierto, franco, deliberado, de buena fe y horizontal, pero no parece que en Morena haya interés para aceptarlo. Sin embargo, insistimos en que todas las organizaciones de izquierdas, todas, deberemos claramente asumir las consecuencias de no apoyar a la opción mejor posicionada y permitir otro gobierno del PRI o el PAN.
En ese sentido, en Democracia Deliberada hacemos este llamado a la reflexión a todos los actores políticos en las izquierdas y como anunciamos previamente, en la búsqueda de la izquierda perdida, buscaremos el diálogo con toda organización que se encuentre en este polo político para conocer sus motivaciones, agendas y preocupaciones sin condicionamiento alguno, con el mejor espíritu de colaborar y construir. Esperamos coincidir con aquellos que comparten este diagnóstico, pero también queremos conocer todas las diferencias que tengan con nosotras y nosotros. Lo que queremos es cambiar el ambiente de agravios y rencillas entre las izquierdas, y aunque no lo logremos, no queremos quedarnos sin hacer el intento. En el pasado se han perdido elecciones aun habiendo más unidad de la que tenemos hoy. El riesgo para las izquierdas en 2018 es muy grande. Si no son los actores con más peso relativo los que comienzan a tender la mano a los demás, seamos las organizaciones más pequeñas las que al acercarnos, forcemos a las grandes a dejar de perpetuar esas divisiones.
Dicho lo anterior consideramos que toda plataforma de izquierda que ponga en la mesa un programa y un candidato a la presidencia para el 2018 debe discutir en público tanto sus propuestas como su estrategia, pues como ya hemos dicho, somos una izquierda práctica cuyas tres principales fuentes de reflexión son las circunstancias, las consecuencias de los actos y las ideas, en ese orden. En consecuencia, aquellos que estén dispuestos a un diálogo franco, abierto, horizontal, deliberado y de buena fe, sobre los dilemas planteados en este comunicado, serán nuestros aliados políticos.